viernes, 4 de noviembre de 2016

☆☆NO JUZGAR PARA NO SER JUZGADOS☆☆

Romanos 14
Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa que algo es inmundo, para él lo es. Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. No sea, pues, vituperado vuestro bien; porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado.

Aqui podemos entender claramente que no debemos juzgar a nuestros hermanos en ningún caso.
Todos tenemos diferentes formas de pensar y actuar según el criterio y guia que recibimos del Espíritu Santo.

Dentro del cristianismo siempre han habido problemas sobre las cosas que están permitidas y las cosas que no están permitidas.

En Romanos 14 vemos que se estaba teniendo un problema sobre las cosas que se podían comer y las cosas que no se podían comer y sobre los días que se debían guardar. Hoy en día pasan cosas similares en nuestras iglesias y muchas de las restricciones son puestas por los seres humanos y no por Dios.

En estos días en que es común alimentos como el pan de muerto o las ofrendas que se preparan para los muertos, puede que haya hermanos que tengan la postura de que no debemos comer de esos alimentos. La realidad es que solo son alimentos y podemos comerlos si lo hacemos con fe, porque si no lo hacemos con fe entonces si estamos pecando, finalmente solo son alimentos y lo que entra por nuestra boca no contamina nuestro cuerpo. Esta misma situación aplica para varias cosas de la vida diaria. Muchas veces encontramos hermanos que dicen que no debemos vestirnos de tal manera, que no debemos ir a ciertos lugares o tener ciertas costumbres o quieren imponer sus costumbres. Dios nos da libertad, criterio y guía mediante su Espíritu Santo sobre como debemos llevar nuestras vidas y debemos hacerlo con fe y tomar nuestras decisiones por amor.

Otro punto importante es evitar discutir sobre estos temas, la Palabra de Dios está para traer bendición y guía, no para discutir. Podemos comentar estos temas y aprender de las posturas de nuestros hermanos pero no debemos buscar imponer ni tampoco criticar ni juzgar a los demás, sino tratarnos con amor, escucharnos, compartiendo los puntos de vista y actuar buscando hacer la voluntad de nuestro Padre viviendo como hijos suyos, buscando que la iglesia esté unida en un solo cuerpo.

Debemos evitar ser piedra de tropiezo para algún hermano o hacerlo caer en pecado, porque por todos ellos también Cristo murió y resucitó y de todo lo que hagamos entregaremos cuentas a Dios.

Vivamos recordando que somos hechos por el Señor y para el Señor, por Él y para Él vivimos, que en nuestra vida debemos vivir con gratitud hacia Nuestro Padre Eterno y llevando una vida y acciones que le agraden y sean de bendición y no de tropiezo para nuestro hermano, no juzgando ni criticando, sino viviendo en amor que viene de Dios. 
Asi que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación, buscando el reino de Dios, su justicia y el gozo del Espíritu Santo, no juzgando sino amando.
Porque el que en esto sirve a Cristo, podemos agradar a Dios y ser de bendición para los hermanos.

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