Mateo 21:12-13
Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
Podemos ver que Jesús estaba claramente molesto por lo que estaba pasando en el templo de Jerusalén, el propósito del templo era la adoración de Dios, casa de oración, sin embargo dentro de la corrupción de los seres humanos, hubieron personas quienes comenzaron a hacer negocio del templo, Dios no le molesta que trabajemos y tengamos ganancias pero el templo no era un lugar para ese propósito, lo que provocó disgusto e indignación en Jesús. Debió ser algo muy impactante ver el celo que Jesús tenía por las cosas de su Padre.
En la actualidad, nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo.
1 Corintios 6:19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
Dios sabe como y para qué utilizamos nuestro cuerpo, su templo, donde mora el Espíritu Santo.
1 Corintios 3
¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.
Por todo esto debemos cuidar de nuestro cuerpo, debemos cuidar de nuestra salud y evitar cualquier cosa que lo dañe, pues es algo valioso para Dios, también debemos evitar contaminar su templo. De la misma forma en que Jesús se enojó cuando vió que el templo de Jerusalén estaba siendo usado para fines distintos para los que había sido creado, Dios no puede puede ser indiferente al ver que nuestro cuerpo, su templo, está siendo utilizado para cosas que no fue creado como pecado, como fornicación, con un testimonio que no corresponde a hijos de Dios, agrediendo o faltando al respeto a otras personas con nuestras palabras o nuestros actos.
1 Corintios 6:18 Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo; mas el que fornica, contra su propio cuerpo peca.
Mateo 15:17-19
¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.
Debemos cuidar del templo del Espíritu Santo y utilizarlo para el propósito que fue creado, para adorar a Dios y servirle.
Nuestro cuerpo fue creado a imagen y semejanza de Dios, y cuando Jesucristo se elevó a los cielos dejó con nosotros al consolador que es el Espíritu Santo que entró a morar en nuestro corazón y nosotros nos convertimos en su templo, donde debemos amar, honrar, servir, respetar el lugar donde Él habita, que es nuestro cuerpo, templo de su Espíritu Santo.
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