26. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo,
27. ni deis lugar al diablo.
Todos tenemos formas de ser diferentes, nacemos con la capacidad de sentir y experimentar un sin número de emociones.
El carácter se nos desarrolla en nuestra primera etapa de vida, nuestras experiencias buenas o malas van determinando el tipo de carácter que tendremos.
Dios más que nadie sabe que nuestras emociones o reacciones a veces se manifiestan de modo inesperado, pero también nos conocemos y debemos de tratar de que no sean perjudiciales para las decisiones que tomamos, o que digamos algo que traeria consecuencias o haria daño a los demás.
Una de las emociones, que debemos con ayuda de Dios, aprender a manejar y no que nos maneje; es el enojo.
A veces es difícil frenar el enojo y más si sucede por acciones que están fuera de nuestro control.
Pero aunque no podemos evitar enojarnos, si podemos evitar pecar.
Aunque podemos enojarnos, debemos tener siempre presente que Jesús por medio del Espíritu Santo, habita en nuestro corazón.
Asi que no debemos permitir que el enojo esté en nosotros mucho tiempo, no dejar que termine el día y veamos de nuevo el sol con el enojo en nuestro corazón, que después se puede volver rencor y de manera fácil dejamos entrar al diablo a hacer más daño y debemos cuidar en todo momento lo que decimos, frenar nuestra lengua.
Tratemos siempre de llevar una vida con amor a Él principalmente, amarnos y respetarnos a nosotros mismos para poder hacer lo mismo con nuestros semejantes.
Todas vuestras cosas sean hechas con amor.
1 Corintios 16:14
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