viernes, 8 de julio de 2016

Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Josué 1:6-9

Después de la muerte de Moisés, Dios le encomendó la tarea de guiar a Israel en la tierra que Él les había jurado que heredarian a sus antepasados, conocía su corazón, que era un siervo fiel y justo.
Dios le dio una orden clara, que hiciera TODO conforme a la ley que Él le había dado a Moisés, en ella estaba todo lo que necesitará para ser valiente y esforzarse para superar la prueba que Dios le estaba encomendando.
No apartándose nunca de su boca el libro de la ley, meditando en ella de día y de noche, lo cual debemos hacer también nosotros, recordando y cada promesa que en el está escrita, obedecer cada estatuto que por nuestro bien nos ha dejado el Señor.
Dios nos manda a ser valientes, a esforzarnos cada día que tenemos para conocerlo más, para conocer su voluntad, buscar su gracia y agradecer sus maravillas y amor; nos manda a no tener miedo ni desfallecer ante las tribulaciones que enfrentamos todos.
Dios le hizo a Josué la promesa de estar con el adonde quiera que fuera y de bendiciones que sería prosperado.

De la misma forma hizo nuestro Señor Jesucristo:
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
Mateo 28:19-20

Jesús nos dejó el mandato de predicar su Palabra y dar la buena nueva a las Naciones, bautizadolos en Su Nombre y enseñandoles a guardar y obedecer todos las cosas que nos enseñó, que están escritas el Evangelio y siguiendo su ejemplo de vida, amor y humildad. Además nos prometió estar con nosotros todos los días hasta el fin del mundo; aunque hay ocasiones en que nuestro adversario nos rodea de oscuridad y soledad para hacernos dudar de ésta bendita promesa a la cual debemos aferrarnos en todo momento.

Todo esto queda ratificado por el Apóstol Pablo en Efesios:
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,
Efesios 1:13

Fuimos sellados por el Espíritu Santo, que habita en nuestros corazones y que clama por nosotros al Padre con gemidos indecibles, confiando siempre que jamás estamos sólos como Jesús nos lo prometió.

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