lunes, 25 de julio de 2016

"PERMANECER EN EL AMOR DE DIOS"

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.
Juan 15:1-9

Cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón por medio de la oración de fe, empezamos una nueva vida que agrade a Dios, porque todo las pruebas que pasamos son para nuestro bien como Él lo prometió que todas las cosas nos ayudan a bien.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Romanos 8:28

Cuando recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, el Espíritu Santo entra en nuestro corazón y por medio de Él recibimos frutos que es nuestro deber como cristianos multiplicar y dar testimonio de esto para Gloria y Honra  nuestro Padre Celestial:
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Gálatas 5:22-23
Fuimos bendecidos con algunos de estos frutos y cada día debemos tratar de llevar buen fruto.
Para lograrlo debemos permanecer en Él, siguiendo sus caminos y permaneciendo en su gran amor y obediencia.
Recordando siempre que Él nos amo primero.
Pero todo aquel que no permanece en el amor de Cristo ni da buen fruto mediante nuestra vida como testimonio y vive alejado de la vida que a Él le agrada, será arrancado y echado al fuego.

Pero nosotros como cristianos y templo del Espíritu Santo debemos llevar buen fruto a nuestro prójimo, dando buen testimonio de nuestra fe para glorificar el nombre de nuestro Dios viviente.

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